Hola hola psicocineros de mi alma,
Hoy domingo han venido a pasar el día conmigo mis amigas
María e Inma con el novio de Inma, Jesús. He pasado un día buenísimo, el
viernes me pusieron una transfusión de sangre entonces durante unos días me
siento como Superwoman, con apetito, sin cansancios extremos ni mareos, vamos
genial para estos últimos diítas que llevaba. Hemos ido a comer a un
restaurante italiano en el paseo marítimo, a la salida hemos cruzado y nos
hemos ido un rato a la playa y después a mi cafetería preferida a tomarnos unos
zumos y batidos acompañados de una porción de tarta de zanahoria exquisita.
A la vuelta de tan provechoso paseo nos hemos ido a casa de
mi madre un rato y para terminar el día hemos estado buscando en el baúl de los
recuerdos, nunca mejor dicho. He sacado de mi habitación una caja con recuerdos
de mi época en el colegio en secundaria, hemos encontrado desde un álbum de
fotos de todas de pequeñas hasta una libreta con dedicatorias de cuando teníamos
13 o 14 años.
Además de todos los recuerdos graciosos que han aparecido en
la caja he encontrado algo que me ha llamado muchísimo la atención y que yo ni
siquiera me acordaba de su existencia, una carta escrita por mí a mí misma con
aproximadamente esa edad, 13 o 14 años. Me ha llamado tanto la atención que os la
transcribo y ahora os cuento porqué.
<< Hola Yo!:
Como sabrás muy bien,
no soy una persona convencional porque la mejor manera que tengo de desahogarme
es escribiéndome a mí misma.
Lo que me pregunto
siempre es el porqué de estas cosas tan raras, pero es que para mí son la mejor
terapia.
Ves, hoy por ejemplo me
siento bien, feliz y llena de alegría. ¿Qué cual es el motivo? Muy fácil. Me levanté
contenta, en el colegio intenté no aburrirme, en casa hice todo lo posible por
no enfadarme y ahora me acuesto escribiendo. ¿Qué te parece? Por mi parte todo
perfecto y conseguido.
Eso es hoy, pero hay
otros días tristes (los menos), en los que no sé qué hacer, todo me sale y
parece mal… vamos, un desastre. Llevo un tiempo pensando una cosa: Cada vez que
esté triste pongo una sonrisa, cuando no sepa qué hacer me levanto y con otra
sonrisa, hago lo que se me ocurra, cuando algo me salga mal con otra sonrisa lo
empiezo de nuevo y cuando alguna cosa me parezca mal pues, otra sonrisa y a
ceder. Así que te preguntaras, ¿para qué tanta sonrisa? Piensa…, vamos…, sé que
puedes… ¿qué? Más fuerte por favor que no te oigo. ¡Ah! Sí, para eso, para que
otra vez podamos llegar a los días felices como hoy y así, día feliz tras día
feliz construir una vida de felicidad pensando sólo en las sonrisas que dimos,
en las que damos y en las que aún nos quedan por dar.
P.D.: Ah! Gracias,
porque gracias a ti ahora tu amiga se siente mejor.
Tú misma. >>
Esta es la carta que me autoescribí hace 18 años, la he leído
por primera vez frente a mis amigas y me ha parecido muy bonita y con un gran
positivismo, sin embargo ahora que la releo lo que estoy pensando es ¿en qué
momento perdí esa capacidad? La capacidad de ser feliz porque sí, sonriendo día
tras día; la capacidad de hablarme a mí misma, cuántos años he pasado sin
escribir hasta que empecé este blog, ¿Cuándo me perdí? ¿Cuándo dejé de ser no
convencional y de saberlo? ¿En qué momento decidí empezar a formar parte del resto?
La respuestas a todas estas preguntas es la misma: No lo sé.
Sin embargo aquí estoy, escribiendo antes de dormir como a
mí me gusta. Volviendo a no ser convencional y volviendo a sonreírle a la vida
en todo momento; porque pase lo que pase, tristeza, pobreza, cáncer… nadie me
va a quitar mi sonrisa ni mi gusto por la vida. Con 14 años sólo me importaba
ser feliz, sonreír, no aburrirme o ser capaz de ceder cuando algo me parecía mal.
Ahora con 32 tengo que leer la carta que mi niña me dejó a mí misma, mi niña,
mi carta, mi esencia y sonreír y ser feliz, día tras día, como ella quería,
como yo quería, como yo quiero.
Gracias mi niña por no ser convencional y darme en el día de
hoy este regalo tan maravilloso en forma de carta, en parte gracias a ti hoy también me siento
bien, feliz y llena de alegría. Espero que dentro de 18 años esta niña y esta
carta sigan presente y yo me sienta igual.
Mi niña, la mujer en la que te has convertido quiere decirte
algo, sigues siendo especial, sigues escribiendo, tu sonrisa cada día es más
grande y tus ojos cada vez tienen más brillo. La mujer en la que te has
convertido tiene problemas pero ante todo, nunca pierde su sonrisa.
Yo ya os dejo con mi mejor sonrisa hasta la próxima, para que sigáis psicocinando muchas ideas.
Un beso muy fuerte,
Yo misma.