sábado, 28 de mayo de 2016

Carta abierta a mi madre y a mi marido

Hola mamá, hola amor,

Hoy os escribo directamente a vosotros dos. Os escribo una carta abierta con mi corazón abierto.

Lo primero os quiero dar las gracias por todo lo que habéis hecho y seguís haciendo por mí durante estos meses tan difíciles. Gracias de verdad.

Creo que después de mí sois las personas que más habéis sufrido viéndome así, cada día en el sofá, quejándome, cansada y con dolor. Pero creedme, yo he sufrido más y lo sigo haciendo.

Quiero contaros que si me levantaba dos veces del sofá para comer algo, para darle de comer a Alejandro o para ver algo gracioso que estaba haciendo, esas dos veces me levantaba sin ganas. También quiero contaros que si me quejaba o me quejo cuatro veces, dejo de quejarme otras cuatro. Que si decía o digo que tengo las piernas cansadas y que cada hora (antes menos) quiero descansar un momento, en realidad el cansancio es de otro nivel superior y ni correr una maratón me provocaría esa sensación. Y por último que si un par de veces al día decía y digo que me duele la cabeza o la espalda, me duele más veces pero me tomo una pastilla y sigo para delante.

También quiero deciros abiertamente algo que he sentido durante todo este tiempo y sigo sintiendo, y es que quizás no soy tan fuerte ni tan supermujer como pensáis, quizás no soy tan positiva, ni tan tranquila y relajada. Aunque quizás sí que lo soy pero esta enfermedad es tan jodida que hace dudar hasta Jesucristo de su Fe. Se pasa mucho miedo. Llevo seis meses pasando miedo y no un miedo a que me dejen, a que me abandonen o a no tener a mi madre cerca tía M, sino miedo a morirme joder!! Miedo a las complicaciones, al tratamiento de mierda y al dolor que he pasado. No pido que nadie lo entienda, ni siquiera vosotros que lo vivís conmigo; sólo pido que me acompañéis, que me deis una oportunidad para NO ser fuerte, para NO ser constante, para estar apática o triste o para no tener ganas de nada. Pero sobretodo lo más importante es otra cosa; quiero tener la oportunidad de que cuando sí tenga ganas de hacer algo no se use en mi contra después durante un mes y eso va por los dos. –Ahora te encuentras mal pero para irte de barbacoa no... –Ahora estás cansada pero para irte a tomar un café no... Ya vale por favor!

En todo este tiempo no me he dado la oportunidad a mí misma de mostrarme triste, es como si desde que te diagnostican Cáncer tu cabeza tiene que cambiar y de repente pensar que todos los pensamientos y emociones tienen que ser positivas y que la vida es flowerpower y todo va a estar bien con una vida de emociones positivas, comida sana y ejercicio. Eso no es ni sano ni normal. Todas las emociones son sanas y normales, y es más que normal sentirse triste cuando DE REPENTE no se está sano. Un hombro para llorar sin prisa hubiera estado muy bien, decirme llora que es normal hubiera estado muy bien. Así que lo que me pasa es que voy a todas partes con la lagrima detrás de la oreja, desde el médico de familia hasta viendo Masterchef. Lloro sola, y no porque me de pena que se vaya un concursante, sino porque me doy pena yo, y coraje de estar apática y sin fuerza. Y porque echo mucho de menos a los que no están, a mi padre muchísimo y al resto de mi familia y a mis amigas. Que muero por tomarme un café con ellas. Y porque por lo menos una vez debería haberme vaciado de lágrimas, hasta que no pudiera más. Como un duelo, aquí si Dios quiere no se tiene porqué morir nadie, aunque realmente uno muere para revivir, después de una enfermedad dura nadie vuelve a ser el mismo y eso muchos lo sabréis. Cuando se enfrenta a la muerte la vida cambia de perspectiva.

Aparte de esto, os quiero decir a los dos que es muy difícil estar en medio en muchas ocasiones. Antes me involucraba más hasta que aprendí que no era mi problema ni mi energía. Esta situación está siendo muy estresante para los dos, verme así es difícil, y muchas veces nos gustaría que otros se comportaran de otra manera. Sólo hay que comprender que cada uno es diferente y lo vive diferente, a mí todavía me cuesta. 

Mamá tú eres la que me regaló la vida pero por eso no sufres más que yo. En serio. Y mi marido es mi marido y lo elegí yo, con todas sus perfecciones y sus imperfecciones . Y amor, mi madre es mi madre y a pesar de sus cosas es la mejor sin ninguna duda. Y como le he dicho a mi madre, tú eres mi marido pero si lo eres vamos a cumplir todos los votos esos de la salud y la enfermedad y todo el rollo no? Está claro que no estoy igual y seguramente no lo estaré en un tiempo. Yo te entiendo cómo hombre, la cosa es si tú me entiendes como mujer a la que le han quemado todos sus interiores durante dos meses. No sé, piénsalo...

Me gustaría que la relación entre vosotros fuera mejor, no para llamaros y contaros la vida, sino los dos más a una y con más comunicación para ayudarme. Sí, para ayudarme. Necesito ayuda diaria y no me importa pedirla todo el tiempo que la siga necesitando.

La constancia nunca ha sido uno de mis puntos fuertes y otra cosa que quiero contaros es que no me hace sentirme especialmente bien cuando no me hago un zumo por la mañana y me decís lo importantísimo que es, que yo ya lo sé, ni cuando no llevo todos los papeleos al día como antes siempre hacía porque no encuentro la manera ni el momento de hacerlo, que también lo sé. Esos recordatorios mejor no, gracias. Es mejor ofrecerme un zumo o ayuda con los papeles y pensar: -¿Qué le pasará a Miriam que no ha hecho esto?

A Alejandro no lo nombro en esta carta porque su actitud ha sido de fuera de este mundo. Doy gracias a Dios porque en lugar de un niño me mandó un ángel para acompañarme. Y a vosotros dos gracias porque con él lo habéis hecho perfecto, no he tenido que preocuparme ni por un momento de si estaba bien o le faltaba algo. Solo le faltaba su mamá y de eso ya me encargo yo de volver poco a poco.

Para terminar quiero volver a daros las gracias, a vosotros dos y a Dios por permitirme teneros al lado durante este camino que no ha hecho más que empezar. Esta es MI experiencia, vosotros ayuda, compañía. Esto es más duro de lo que sabéis o quizás de lo que queréis saber por miedo al sufrimiento. Con el fin del tratamiento no llega el fin de la enfermedad. Sé que no os gusta escucharlo pero esto no ha acabado, estoy enferma, tengo Cáncer y os necesito y os quiero, para pasear, para reír, para llorar y para todo lo demás. Gracias de corazón.


Pd: Leyendo esta carta veo que es totalmente trasladable a muchas historias, a muchas personas y a muchas enfermedades. Psicocineros por primera vez os pido que la compartan porque quizás mi experiencia pueda servir a otras personas. Un abrazo y gracias por estar ahí.





Miriam

lunes, 9 de mayo de 2016

El mejor regalo del Día de la Madre

Como cada año hoy hemos celebrado el día de la madre en Canadá y ayer Alejandro a su año y medio exacto me hizo el mejor regalo del Día de la Madre del mundo.

Desde hace un tiempo y como todos los niños, mi hijo se mira en el espejo. Al principio sin reconocer su imagen a través de él y más adelante sabiendo que ese niño que le devolvía la mirada era su reflejo.

A estas alturas casi todos sabéis que últimamente no he pasado muy buena época y una de las cosas que menos me apetecía era mirarme al espejo y ver mi reflejo gris, con pelo sucio y ojeras. No me reconocía a mí misma y evitaba mirarme. Sólo en los días en los que mis mejillas tenían más color o no estaba demasiado mareada para poder lavarme el pelo podía mirarme y verme ahí delante, sintiéndome diferente y hundiéndome en el gris de mi mirada.

Poco a poco y cada día me siento mejor desde que terminé con mi tratamiento, poco a poco y cada día doy pasos adelante encontrándome de nuevo a mí misma, poco a poco y cada día vuelvo a mirarme en el espejo. Todavía necesito usar antiojeras y colorete muy a menudo para gustarme, pero poco a poco y cada día me reconozco y me miro.

Volviendo a mi hijo Alejandro; desde que sabe que el niño que está a través del espejo es él se emociona, se quiere y hasta se come a besos. Sí, literalmente le da besos al espejo, se saluda, se sonríe y se pone ojitos. Así me tiene todos los espejos manoseados y chuperreteados, con huellas de sus manitas y su lengua por todas partes. Él se encanta y se quiere, se emociona cada vez que ve a ese niño y sabe que es él.

Ayer por la mañana mientras él se miraba y se daba besos en el espejo del pasillo, me agaché a su lado, sólo bastó un encuentro de miradas a través del espejo para que la magia empezara a surgir. Era la primera vez que estábamos juntos delante de un espejo, la primera vez en mucho tiempo que me ponía a su altura mientras estaba haciendo algo que de verdad le emociona y lo hace feliz. Lo senté en mi rodilla y le di un beso, beso que vio en el espejo y de repente me miró, bajó de mi rodilla, fue hasta el espejo, me volvió a mirar esta vez a través de él, dijo “naana” que es su manera de decir mamá y empezó a darle besos a mi imagen, se reía, me miraba y me besaba, se acercó a mí y me abrazó. Así varias veces, daba vueltas y se reía. Le encantaba y me quería, se emocionaba cada vez que veía a esa mujer y sabía que era yo, su mamá.


Ayer mi hijo, a su año y medio de vida me hizo el regalo más bonito que se le puede hacer a una madre y ese regalo vino en forma de enseñanza. De Manual para mirarse al espejo. Aun cuando yo no he sido capaz de reconocerme y casi ni quererme en algunos momentos de los últimos meses, ahí está él para enseñarme a mirarme al espejo y a continuación os lo cuento.


           Manual para mirarse al espejo (regalo número 1 del Día de la Madre)
  1. Ponte delante de un espejo
  2. Abre bien los ojos y mírate mucho
  3. Ponte ojitos y sonríe, como si estuvieras ligando con esa persona que está al otro lado
  4. Dale un súper beso al espejo y si es con lengua, ¡MEJOR!
  5. Da vueltas mientras bailas y mírate mucho
  6. Encántate y quiérete y emociónate cada vez que te mires a los ojos


Y sabes todo esto por qué, porque sabes que esa persona eres tú, la que siempre te acompaña, la que te escucha, la que te mira con los mejores ojos y te da los mejores besos. Esa persona eres tú y lo sabes, aunque en éste u otro momento la hayas perdido, eres tú y eres la única tú que hay, la genuína. No hay otra, por mucha cara gris, pelo sucio u ojeras que tengas. Esa persona que ves a través del espejo siempre ha sido, es y será la verdadera tú.

Por todo esto que os he contado, mi hijo Alejandro con su año y medio de vida, me ha hecho el mejor regalo del Día de la Madre del mundo, su mirada limpia sin prejuicios me ha enseñado a mirarme verme en el espejo con AMOR, mucho amor. 

Gracias mi vida, te quiero.


Pd: Día 17: Gracias por convertirme en mamá. Por esto te querré siempre y para siempre.